Una vez leí que hay tres tipos de amor por los que casi todos pasamos.
El primero hace referencia al primer amor, aquél que llega tan pronto y con tantos sentimientos desconocidos que deja una huella de por vida.
El segundo es ese que consigue que cambiemos nuestra forma de ver el mundo. Un amor pasional y espontáneo que suele acabar peor de lo que empieza, pero que sigue haciéndote vibrar.
Por último, el denominado el amor de nuestra vida, esa persona que llega en el momento menos esperado, pero que te cambia todos tus planes para bien. Esa persona con la que planeas un futuro juntos lleno de pasión y complicidad.
Con el paso del tiempo, me he dado cuenta de que cada caso tiene nombre y apellidos, y que no cambiaría nada de lo que he hecho con cada uno, ya que me han llevado a lo que soy ahora.
Cada uno ha ido formándome poco a poco, aprendiendo de los errores, afrontando la realidad y superando cada obstáculo.
Cada uno más diferente del anterior, hasta llegar a la conclusión de lo que llevaba deseando alcanzar y que casi se me escapa de las manos.
A veces es un ahora o nunca. Así fue. Y así será.
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